Soy Lucía, hace un tiempo cumplí los 19 años y pocas cosas tengo tan claras en mi vida, como la certeza de ser una escritora apasionada. Antes de ahondar en mi vida (lo que llevo vivido en realidad) como escritora, quiero contar mi recorrido como lectora. Vengo de una familia en la que es costumbre tener un libro en la mano, fui criada con el reflejo del amor a la lectura, bibliotecas enteras con libros de todo tipo. Mi madrina, la persona que más me consciente, siempre trató de llevarme por ese mismo camino ofreciéndose a comprarme libros y digamos que muy difícil no fue. A partir de eso en mi familia aprovechaban las festividades para regalarme alguno en vez de juguetes, que tanto no me entretenían. “La lectura es poder”, “un buen libro no se le niega a nadie”, dijo toda la vida y sigue diciendo mi viejo. Leer siempre me pareció fascinante, un mundo nuevo donde nunca sabes qué puede decir el próximo renglón, todo sorprende y además de eso, era algo que se me daba con facilidad. Siempre me elegían para leer en voz alta en los actos y en otras oportunidades, la primera vez que fui seleccionada para una ocasión de ese estilo tenía 5 años. Por suerte, en la mayoría de las esferas de mi vida, me impulsaron a la lectura. El colegio trataba de incentivar constantemente a los alumnos a adentrarse al mundo misterioso, teníamos una biblioteca en cada aula de donde podíamos llevarnos hasta un libro por semana, sino era la única que se los llevaba, era de las únicas; María Elena Walsh, Luis María Pescetti, Elsa Bornemann, “el monte era una fiesta” de Gustavo Roldán, libro que me sorprende acordarme después de tantos años, y varios autores más de los que en este momento no puedo hacer memoria. Lo que puedo recordar vívidamente es lo que me emocionaba pasar el tiempo, con lo que para mi eran joyas, en la mano. Haber leído Pinocho en segundo grado me marcó profundamente, no me acuerdo porqué pero todavía tengo presentes mis sentimientos leyéndolo; tristeza, enojo, alegría, emoción. Con mi prima comparto varias cosas, pero la que más destaco sin dudas es el amor por los libros, los que nos prestamos con mucho dolor porque aunque ninguna lo dice ni lo dijo nunca, yo odio y se que ella también, prestarlos. Cuando éramos chicas entre las dos nos compramos la colección entera de “Chat Natacha Chat” de Pescetti, era hermoso compartir una habitación mientras los leíamos, y que de repente se escuchara una carcajada, libros que se que eran de humor, pero no puedo describir con exactitud qué decían. Al día de hoy solemos intercambiar libros de Rolón, aunque siempre termino comprándolos todos porque tengo la necesidad de que el libro sea propio y no ajeno para así poder escribirlo, subrayarlo y marcarlo con post its. Puedo decir que el primer libro que llegó hasta mis partes más íntimas fue “Lo que fue de ella”, amor y desamor, las hojas deben seguir con la marca de mis lágrimas. Todo lo que leo lo siento con intensidad, por ejemplo libros de terror no puedo tener ni cerca porque se me pone la piel de gallina del miedo. Un libro que disfruté muchisimo en mi recorrido por el colegio fue el de Sherlock Holmes, me parece sumamente inteligente e intrigante, volvería a leerlo mil veces más, ansío algún día conocer el 221b. Ya mis últimos años de secundario me hicieron sufrir bastante leyendo a Pizarnik, me parece hermoso en un sentido literario, pero sumamente triste, realmente leerla me consumía, era agotador. En este momento de mi vida y hace ya algunos años, profundicé en la poesía, siento que es un tipo de arte que se encuentra en un nivel superior. Luego de haber contado parte de mi historia como lectora, me toca pasar a mi parte como escritora. Desde muy chica me costó exteriorizar mis sentimientos y contar verbalmente mis problemas, no recuerdo con exactitud la edad pero a eso de mis 13 años comencé a escribir lo que pasaba por mi cabeza, sentimientos, pensamientos, emociones y todo lo que me salía. De más grande pude darle una forma diferente a la escritura, ya no eran cosas tiradas y desordenadas en un papel, eran ideas concretas. Pasado el tiempo lo transformé en algo que creo poder llamar poesía, (aunque quizás me equivoco) pero era una poesía donde mi sentir estaba plasmado de manera muy literal. Finalmente, al día de hoy mi escritura tiene otra forma, sigo plasmando lo que ahoga mi corazón y mi mente, pero nada o muy poco hay de literal, a lo que me pasa y lo que siento lo transformo en arte, tomo partes de mi vida para escribir pero dejando que mi imaginación fluya.
DICTADURA Testimonio de Fernando En marzo de 1976, tenía 14 años, estaba en primero o segundo año de secundaria. Es difícil resumir todo en un sólo sentimiento, los sentimientos se fueron transformando a lo largo de las décadas. Si tuviera que elegir un sentimiento, el más importante sería el miedo. Aún lo tengo muy presente, el miedo a la policía, el miedo a la noche cuando volvía a casa siempre mirando para atrás para que no se acercara ningún patrullero y si venía alguno tratar de esconderme. Creo que una de las cosas en las que triunfó la dictadura es en llenarnos a todos con miedo, un miedo que se expresaba de formas diversas. El silencio es salud es eso también, no solamente para no tocar bocina y cuidar la sonoridad de la ciudad, sino callarse la boca. El miedo que se expresaba en la escuela con nuestro grupo de amigos, no podíamos hablar nada. En las casas por ahí algo se podía hablar, en general la expresión de muchos de mis compañeros de curso era, bueno, si tal se tuvo que i...
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