Misterio doble en Pehuajó
El pueblo estaba alerta ante la desaparición de Anahí, una mujer de apenas 35 años, de contextura física pequeña, morocha y muy pero muy alegre.
Pehuajó es un pueblo tranquilo en el que lo peor que puede pasar es el robo de una bicicleta o el atropello de un perro. Quizás eso tenga que ver con que son apenas veinte mil habitantes, y todos son conocidos.
Lorenzo, el esposo de Anahí que tanto la ama, acude desesperado a la policía luego de haberla llamado durante horas y no obtener respuesta.
El Checho, uno de los tres policías que tiene el pueblo, toma el caso. El Checho es dueño únicamente de un cuchillo afilado ya que armas de fuego nunca se necesitaron (si vamos al caso, tampoco se necesitan cuchillos para buscar ladrones de bicicletas, que suelen ser niños aburridos).
Durante la investigación, el esposo comenta a la policía que se fue a trabajar muy temprano, a eso de las 8 de la mañana y que previo a eso habia sacado a pasear a Toby, el perro negro que tienen de mascota. El Checho decide revisar la casa junto con otros policías, sólo encuentran una cosa fuera de lo habitual. Un test de embarazo positivo. El policía se lo comenta a Lorenzo y él afirma no haberlo sabido hasta ese momento.
Por lo pronto no se sabía si el test positivo era de ella, pero si así lo fuera, quizás eso tenía algo que ver con su desaparición, pensó Checho.
Lorenzo muy angustiado, sin poder dejar de pensar en Anahí ni un segundo, acude a la Iglesia en busca de consuelo y tranquilidad. Era la única Iglesia del pueblo, vieja con un reloj antiguo en el frente. Al salir, el reloj marcaba las cinco de la tarde, había pasado ya un día de la desaparición de la mujer de sonrisa angelical.
El checho comienza a entrevistarse con los vecinos, en su gran mayoría declaran que la pareja siempre mantenía un clima de tranquilidad, que solían pasar mucho tiempo juntos y que se notaba que se querían. Excepto un vecino que confirmó escucharlos hablar muy fuerte, algo poco común de ellos, sin embargo no pudo declarar más que eso porque no distinguía lo que se decían. Luego de interrogar a los vecinos, acudió a la mejor amiga de Anahí, Luz. Ella confirmó que la desaparecida estaba embarazada y que manifestó un miedo profundo ante el hecho ya que sabía que Lorenzo no quería tener hijos, temía por la reacción del esposo.
El policía, ante estas declaraciones, optó por volver a revisar la casa pero más en profundidad. Al arrojar luminol en el piso, pudieron ver lo que eran no manchas de sangre, sino un charco de sangre que había sido limpiado completamente, tratando de que el rastro sea borrado. Aproximadamente era un litro y medio de sangre. El Checho marca la casa como escena del crimen, y al esposo como el posible homicida. Buscó todo lo que podría haber sido usado como arma; cuchillo, palo, incluso hasta algún espejo roto. Pero no pudo encontrar nada.
Lorenzo no entendía cómo podía ser acusado de semejante cosa y afirma, con lo que parecía total sinceridad, no saber que su esposa estaba embarazada ni el paradero de la misma. Esa misma noche, al esposo le llega un mensaje de texto que decía “si te gustaría que vuelva, vas a tener que darme todo lo que quiero. Sino, tu vida va a ser un infierno y tu destino va a ser la cárcel, cuidado”.
Lorenzo, asustado, se sube al auto para ir a la comisaría lo más rápido posible. Eran las 12 de la noche y había mucha niebla. En el camino se le cruza un enano corriendo, quiere frenar pero los frenos no responden, pega un volantazo y choca contra un árbol. Lorenzo está internado, en coma. Y ahora hay dos misterios por resolver.
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